22 de ago. de 2008

Pesa dentro de mí
el idioma que no hice,
aquella lengua sin fin
hecha de allís y de aquís.
Era una lengua bonita,
música, más que palabra,
alguna cosa de hitita,
playa de mar de Java.
Un idioma perfecto,
casi no tenía objeto.
Pronombres del caso directo,
nunca acababan sujetos.
Todo era su múltiplo,
verbo, triplo, prolijo.
Gritos eran los únicos.
El resto, a la basura iba.
Dos leones en cada pardo,
dos saltos en cada salto,
yo que vi sólo la mitad,
silencio, está todo duplo.
(Paulo Leminski)

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